A medida que pasan las semanas vamos retomando el ritmo normal de vida: trabajo, colegio, actividades deportivas y extraescolares… el tiempo de vacaciones queda atrás pero los avances en el español de nuestros hijos bilingües son significativos: “¡Se obró el milagro! Vienen hablando como cotorras” me dicen algunos clientes.
Estos comentarios de alegría y –en algunos casos sorpresa- me han inspirado para hacer una pequeña reflexión y tratar de enumerar algunas de las cosas que han tenido una influencia positiva en el aprendizaje de la lengua materna de nuestros peques (y no tan peques) en la pausa estival.
Invito al lector a ir más allá de lo evidente y lógico al pensar que la exposición más prolongada a la lengua es la única responsable. Tratar de concretar en su caso personal qué factores han hecho posible el aprendizaje también puede ayudar a mantener los cambios durante el período escolar.
Por supuesto que hay más pero yo hoy destaco estas:
- Tratamos de que descansen. La consecuencia es que sus cerebros están más receptivos a la estimulación lingüística.
- Hemos descansado nosotros. Nuestra relajación nos permite disfrutar del tiempo que pasamos con ellos sin agendas, prisas ni obligaciones. La calma es buena compañera en la comunicación con los niños.
- Escuchamos “sus cosas” con atención, por el placer de oír qué tienen que contar. Una actitud bastante alejada del interrogatorio que sufren a la salida del colegio en nuestro afán de saber cómo les fue el día.
- Usamos un vocabulario más rico y variado. Que suele ser de mayor interés al estar asociado a actividades lúdicas.
- Algunos pasan varias semanas con los abuelos en el país de origen, porque los padres no tienen otra alternativa por razones laborales. En este caso es más fácil para el niño usar la lengua de una forma práctica (el rol de los abuelos en la educación bilingüe) .
- Han disfrutado de estar con los primos (esos grandes aliados) con los que han descubierto otras formas de hablar, otras expresiones y acentos.
En mi caso,por ejemplo, también estoy muy contenta de que mi hija tenga amistad con los hijos de mis amigos. - Los implicamos en las pequeñas decisiones familiares del tipo qué comer, qué visitar… creamos sin notarlo un espacio para el diálogo.
Durante el verano los niños “dan estirones” no sólo a nivel físico, el crecimiento lingüístico también es evidente en los niños bilingües. Su español florece durante las vacaciones.
En esta entrada hablamos de un aprendizaje simultáneo de varias lenguas en la que el español no es el idioma mayoritario de la comunidad de hablantes con la que se relaciona el niño.
0 comentarios